Me he roto el codo. Y ahora qué?

Qué hacer después de visitar al traumatólogo por una fractura o fisura ósea.

Fisioterapia y Osteopatía

DESPUÉS DE VISITAR AL TRAUMATÓLOGO

Cuando sufrimos una fractura, sea del tipo que sea, una vez recibida la atención médica y con el miembro y la articulación estabilizados, si queremos que nuestra curación y rehabilización sea lo más veloz y segura posible, debemos acudir a un fisioterapeuta de confianza que nos de un segundo diagnóstico de la lesión, basándose en las pruebas diagnósticas realizadas por el traumatólogo: las radiografías, que en los casos más complejos deberán acompañarse de resonancias magnéticas. Un buen terapeuta nos orientará y nos guiará a lo largo de todo el proceso de curación paralelamente al trabajo que realice el traumatólogo.

CÓMO NOS AYUDARÁ EL FISIOTERAPEUTA

Existen en primer lugar una serie de recomendaciones y precauciones que debemos cuidar desde el primer momento de la lesión, cuando nos encontramos en la fase aguda del proceso: aplicar frío periódicamente sobre el punto de lesión; qué movimientos debemos evitar y qué movimientos nos son permitidos o recomendados; los ajustes posturales que debemos adoptar para contener la lesión y que otras zonas de nuestro cuerpo no se vean afectadas; cómo gestionar el dolor. Toda una serie de medidas que deberemos integrar en nuestro día a día para catalizar nuestra curación, desde la fase aguda: primeras 3-6 semanas; hasta la fase de rehabilitación: desde la la 6ª semana hasta la recuperación total del miembro.

QUÉ HACER EN LA FASE AGUDA DE LA CURACIÓN

En segundo lugar, cuando la inflamación ha bajado y la zona está completamente estabilizada, estando aún en la fase aguda de la lesión, es ya recomendable la realización de movimientos articulares específicos, muy controlados y asistidos por tu terapeuta. Algunos de estos ejercicios deberás realizarlos desde casa y de manera autónoma: ejercicios de mobilidad de muñeca y de ombro que deberías mantener a lo largo de todo el proceso de curación.
Esta medida será de gran ayuda en la posterior fase de rehabilitación, a partir de la semana 6, acelerando la recuperación del rango total de mobilidad y la funcionalidad del miembro. Evitará compensaciones lesivas entre grupos musculares y reducirá considerablemente el dolor asociado al proceso de rehabilitación activa. Con ellos también reduciremos la atrofia de los músculos circundantes a la lesión, aunque no su debilitamiento, que deberemos trabajar en la rehabilitación.

EN LA FASE DE REHABILITACIÓN

Muy importante es no realizar ningún esfuerzo con el grupo lesionado hasta que el profesional que nos supervisa, contemplando todas las pruebas diagnósticas a disposición, nos de el visto bueno. En la tercera o cuarta semana, se valorará la necesidad de mantener el miembro immobilizado mediante un cabestrillo u otro medio. Si no lo fuera, entraría en escena el trabajo de ampliación pasiva y activa del rango de mobilidad de la articulación, los estiramientos de la musculatura y una rutina adecuada ejercicios de funcionales bajo supervisión.
En este momento, de manera progresiva y en función de la complegidad de la rotura, se pueden empezar a realizar ejercicios de refuerzo muscular. En fracturas más complejas estos ejercicios deberán esperar al segundo mes de la lesión. La recuperación de la fuerza en el miembro puede tardar hasta 6 meses, por lo que todo el trabajo que realicemos en la fase aguda como en la fase de rehabilitzación va a ser clave.

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